¿Es mejor para el planeta comer ‘bio’?

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Octubre 2019 / 73

Controversia: ¿Cuál es el impacto en el medioambiente de una alimentación ‘bio’? Un estudio sobre 29.000 consumidores acaba con acusaciones malintencionadas.

Plantación de agricultura orgánica en un invernadero francés. FOTO: Dominique-Hommel

“La agricultura biológica podría tener efectos muy nefastos sobre el clima contribuyendo a un aumento del CO2 en la atmósfera” decía el diario francés Le Figaro del pasado 4 de enero citando un artículo publicado en la revista Nature. En efecto, si tenemos en cuenta su menor rendimiento respecto a la agricultura química –una diferencia estimada en un 19% a escala mundial y claramente mayor en un país como Francia– la agricultura bio necesita, a igual producción, más tierras. Si la humanidad quisiera sustituir lo que come por su equivalente exacto en bio, habría que deforestar masivamente y volver a las praderas para extender los cultivos. Lo que se traduciría en emisiones masivas de CO2 ligadas a los desbrozamientos y en una degradación de la biodiversidad.

¿La agroecología, adornada hoy con todas las virtudes, constituiría, pues, una catástrofe ecológica si se generalizara? La observación empírica nos dice lo contrario, como muestra un estudio realizado por un equipo pluridisciplinar francés  publicado por el American Journal of Clinical Nutrition y cuyos resultados se han recogido en el estudio realizado por uno de sus autores. 

Basándose en un cuestionario en el que han participado 29.000 adultos, el estudio BioNutriNet compara los comportamientos alimentarios de la quinta parte de esa cohorte que come menos alimentos bio y los de la quinta parte que come más. El primer quintil consume menos del 1% de alimentos bio de media (como la mayoría de los franceses). En el otro extremo, el quinto quintil come bio un 71% de media. El estudio revela lo que constituye su aporte esencial, que los consumidores bio son también aquellos cuya alimentación está más vegetalizada. Además de una alimentación mucho más rica en fibras, fruta, verduras y nutrientes diversos, comen dos veces menos carne y charcutería y tres veces más legumbres que los consumidores convencionales, los del primer quintil. El porcentaje de proteína animal del aporte total de proteínas en los bio era del 52%, frente al 63% en los convencionales.

 

EL 'BIO' GANADOR

Lo que es bueno para la salud (menos carne y grasas animales, falta de residuos de pesticidas, etc.) lo es también para el planeta. Como sabemos, la gran mayoría de las superficies agrícolas sirven para alimentar a los animales (praderas y cultivos dedicados a su alimentación). Comer menos carne reduce, en efecto, las superficies utilizadas para la alimentación. Sí, pero al mismo tiempo, comer más bio tiende a aumentarlas debido a su menor rendimiento. ¿Cuál es el balance final? Para saberlo ha habido que traducir los 264 alimentos (por ejemplo, una pizza) del cuestionario BioNutriNet en 442 ingredientes (harina, salsa de tomate, mozzarella, etc.) y después en 92 productos agrícolas netos (trigo, tomate, leche y demás) y otorgar a cada uno de ellos un coeficiente de impacto medioambiental. Resultado: un consumidor bio necesita un 23% de menos de superficie agrícola para alimentarse que un consumidor convencional (3.492 ha, frente a 4.522 ha). Además, producir lo que él consume anualmente moviliza, a nivel de la granja, menos energía (-26%) y emite menos gas de efecto invernadero (-37%). ¿Para quién trabajan los que dicen que comer bio es peligroso para el planeta?.