El mundo es ya menos global

Comparte
Pertenece a la revista
Abril 2015 / 24

Vamos hacia más proteccionismo, relaciones internacionales menguantes entre bancos y un nuevo enfoque inversor.

Fábrica textil en Italia. FOTO: PARLAMENTO EUROPEO

Ya no es sólo la apuesta política de algunos o una mera intuición. Hoy vemos datos que demuestran cómo la hiperglobalización retrocede.

La desglobalización fue, en primer lugar, un proyecto político. Quienes, como Jacques Sapir, (La démondialisation, Le Seuil, 2011), ven en la circulación internacional de capitales y empresas la causante de buena parte de nuestros males económicos y sociales creían en poner palos en las ruedas de la mundialización.

Después fue una intuición, como la de nuestro colega el periodista económico François Lenglet (La fin de la mondialisation, Fayard, 2013). Pero basada en unas consideraciones equivocadas: la explicación residía, por un lado, en la idea de la existencia de un ciclo natural (la globalización va y viene…) y por otro, en que era necesario optar por unas políticas públicas que den preferencia a las fronteras naturales (proteccionismo, lucha contra el fraude fiscal…).

Hoy, la desglobalización es una realidad. No se puede negar que hay fuerzas que siguen empujando hacia un aumento de la globalización: la difusión de las tecnologías de la información y de la comunicación, la voluntad de los países pobres de integrarse en el mercado mundial, la de las multinacionales de tener más implantación en los mercados solventes o la de los inversores financieros de tener más rendimientos. Pero también hay otras fuerzas que lo hacen en sentido contrario.

 

MENOS COMERCIO

Los últimos meses se han visto marcados por un aluvión de estudios que constatan una regresión de la globalización. Los economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) describen un retroceso del comercio mundial que va mucho más allá de las explicaciones coyunturales ligadas a la lentificación de la economía. Se explica no tanto por un aumento del proteccionismo como por las decisiones estratégicas de las firmas para las que un estallido globalizado de la cadena de valor añadido ha dejado de ser una prioridad.

El comercio mundial retrocede  más allá de la coyuntura

Un indicador resume esta evolución: en ese laboratorio del mundo en que se ha convertido China, el porcentaje de componentes y piezas de recambio en las exportaciones bajó del 60% a mediados de los años 1990 al 35% actual. No es, pues, tanto el comercio como las estrategias de inversión internacional de las empresas las que están cambiando.

 

LAS FINANZAS, TAMBIÉN

En este ámbito, el FMI y una serie de estudios universitarios apuntan también a un comienzo de la desglobalización financiera en los países ricos y, especialmente, en la zona euro. Las finanzas trabajan fundamentalmente para las finanzas: la mayoría de los movimientos internacionales de capital se llevan a cabo entre actores financieros. Pues bien, el Banco de Inglaterra explica que las relaciones internacionales entre bancos están disminuyendo. La desglobalización financiera afectaría, así, al núcleo del motor. Kristin Forbes, la economista del Banco de Inglaterra —primer centro financiero mundial—, afirma que “quizá ha llegado la hora de dejar de poner nuestra atención en las implicaciones de un creciente nivel de globalización financiera y desplazarla hacia una seria discusión sobre las implicaciones de una desglobalización bancaria”.

Finalmente, si la labor del G20 contra los paraísos fiscales termina siendo eficaz, va a desaparecer un conjunto nada despreciable de transacciones internacionales artificiales —falsas inversiones de empresa, falsas inversiones de capital, falsos créditos…—, lo cual contribuirá también a reducir el peso de la globalización.

El futuro dirá si hemos entrado en una nueva era del capitalismo contemporáneo. Pero da toda la impresión de que la tendencia a la hiperglobalización de los años 1990-2000 ha terminado.