“El debate público evoluciona en Alemania” // Sebastian Dullien

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Diciembre 2019 / 75
Sebastian Dullien. FOTO: Boeckler

Entrevista a Sebastian Dullien, director del Instituto de Macroeconomía y Análisis de los Ciclos (IMK). Cada vez son más numerosas las voces alemanas que cuestionan la política de austeridad. No es seguro que ello baste para que las cosas cambien significativamente.

¿Cómo evoluciona el debate en Alemania sobre la política económica?

Progresa incontestablemente. Desde hace unos meses, son cada vez más las voces que se alzan para cuestionar el schwarze Null, el cero negro, una política de excedente presupuestario permanente, independientemente del ciclo económico. También cuestionan la Schuldenbremse, el freno a la deuda incluido en la Constitución, que limita a un 0,35% del PIB el endeudamiento estructural adicional del Estado. Dado que tanto uno como otro carecen de sentido desde el punto de vista económico, no podemos por menos que alegrarnos de esta transformación del debate público.

¿Podría Alemania renunciar rápidamente al freno a la deuda?

Desgraciadamente, no. La Schuldenbremse está inscrita en la Constitución. Para cambiarla sería necesario una mayoría de dos tercios en el Parlamento. Ahora bien, el CDU-CSU sigue considerando esta disposición como su “marca de fábrica”. Parece más probable que el Gobierno se incline por soslayar esa norma: podría crear organismos de derecho público que se endeudarían para garantizar algunas tareas y que ese endeudamiento no se contabilizara dentro de la Schuldenbremse

“Alemania y la UE son más ágiles de lo que se pensaba”

¿Berlín aceptaría reformar las reglas europeas?

Desgraciadamente, por el momento, los alemanes no están tan dispuestos a ir en este sentido como lo están para cambiar la política económica alemana. En el debate sobre la reforma de la Schuldenbremse, los que están en contra argumentan con frecuencia: “¿Se dan cuenta de la señal que ello enviaría a los otros europeos?”. Es decir, nosotros, los alemanes podríamos sin duda ser lo suficientemente rigurosos para no tener necesidad de esas reglas, pero no podemos confiar en que los otros europeos lleven a cabo unas políticas responsables sin ellas. 

¿La política alemana puede cambiar lo suficientemente deprisa como para combatir la recesión y evitar una nueva crisis de euro?

En lo inmediato, es poco probable. Si la recesión se agravara, podría, sin embargo, cambiar pues, en tal caso, tanto el freno a la deuda como el pacto de estabilidad dan más márgenes de maniobra. En caso de una nueva crisis de la zona euro, es difícil de pronosticar qué pasaría. Pero, sometidas a una presión masiva, tanto la política alemana como la europea han demostrado ser mucho más ágiles que lo que se podría pensar: la última crisis de la zona euro comenzó en 2010 con una rotunda negativa por parte de Alemana a cualquier tipo de ayuda a los Estados en crisis y terminó con un fondo de ayuda de 700.000 millones de euros y billones de euros de intervención del Banco Europeo.