Cómo la banca captura a los reguladores

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Noviembre 2019 / 74

Presiones: Nuevos estudios cuestionan la imparcialidad de los reguladores financieros y muestran cómo la banca hace lo que sea para influir en ellos.

Citigroup gastó en 2016 5.500 millones en hacer lobby. Foto: Dan DeLuca

Como era de esperar, la crisis de las subprime dio lugar, en un primer momento, a un conjunto de publicaciones que intentaban explicar los mecanismos de las crisis financieras, una labor útil, pues comprender las crisis puede ayudar a evitarlas. Ahora, cuando desde hace más de 10 años se han puesto en marcha nuevas reglamentaciones con ese objetivo, la reflexión se centra en otro tema: ¿cómo garantizarse que los banqueros no van a lograr influir en los encargados de tomar decisiones —responsables políticos, banqueros centrales, supervisores— para relajar las reglas? La literatura que se publica sobre la “captura de esos reguladores” permite comprender mejor lo que está en juego.

 

‘LOBBYING’ Y CONTACTOS DIRECTOS

Un reciente estudio del Fondo Monetario Internacional  define la captura como el momento en que “los bancos ejercen una influencia decisiva sobre los reguladores de tal suerte que estos actúan prioritariamente en interés de la industria que regulan en lugar de en el interés público”. Cuanto más complejas son las reglas, más se abre la puerta a la influencia de los banqueros.

 

4.600 M$

Gasto en financiación de campañas políticas en EE UU entre 1998 y 2016 por parte del conjunto del sector financiero

 

¿Por qué canales pasa esta influencia? En el contexto estadounidense se tiende a preferir el de la financiación de las campañas políticas. De hecho, entre 1998 y 2016, el conjunto de los financieros —banqueros, aseguradoras, etcétera— gastó 4.600 millones de dólares a ese efecto, muy por delante del resto de los sectores de la economía.

Pero si la influencia se mide en la cantidad de dinero gastado, hay que estudiar con detalle el dedicado a hacer lobby sobre reguladores —el Congreso, La Reserva Federal y las múltiples agencias federales de supervisión—: 7.400 millones en el mismo periodo, subraya el FMI. De ese total, 1.200 millones proceden de los banqueros, cuarto contribuidor, por detrás de las aseguradoras, los fondos de inversión y los especialistas del sector inmobiliario. 

La banca es la única que tiene capacidad política de disuasión

Hay reguladores que comparten la visión del mundo de los bancos

Esa cantidad de dinero puede parecer elevada en términos absolutos, pero es ridícula si se compara con la actividad de los bancos. Por ejemplo, en 2016, el gran banco estadounidense Citigroup gastó 5.500 millones en hacer lobby, pero su volumen de negocios se elevaba a ¡97.000 millones! El FMI explica este bajo coste por varias razones. En primer lugar, los banqueros son los únicos que disponen de una capacidad de disuasión política sobre sus reguladores, mientras que la sociedad civil tiene poca influencia. En segundo lugar, una vez que el regulador ha sido puesto al corriente de lo que se espera de él, ya está hecho todo el trabajo: todo gasto adicional para aportar más argumentos es con frecuencia inutil. Por último, hacer lobby no es más que uno de los medios que los banqueros emplean para lograr normas a su gusto. Los contactos directos y frecuentes con los reguladores permiten también dar a conocer su punto de vista.

 

PUERTAS GIRATORIAS

Para la economista Laurence Scialom, esos contactos entre los que toman las decisiones y los banqueros son uno de los canales por los que tiene lugar una dimensión más insidiosa de la captura, más cognitiva e ideológica. Lleva a algunos reguladores a compartir la misma visión del mundo con los banqueros. Laurence Scialom compara esta situación con la de un árbitro que, independientemente de su integridad, no puede impedir, durante un partido, verse influido por las reacciones del estadio, de ahí la ventaja de jugar en casa.

Varios mecanismos refuerzan ese tipo de captura, especialmente las famosas puertas giratorias, esos banqueros que pasan a ser reguladores y a la inversa, como François Villeroy de Galhau, alto funcionario y luego banquero en el BNP antes de ser gobernador del Banco de Francia. La investigadora cita, así, estudios de psicología social que muestran un sesgo que lleva a sobrestimar la capacidad de ser imparcial frente a un conflicto de intereses. El FMI añade la opción deliberada de algunos reguladores de no molestar a los bancos pensando en su futura carrera, así como la necesidad de estar cerca de los banqueros para disponer de una información pertinente.    

 

UNA EFICAZ INFLUENCIA

La inversión política de los banqueros les aporta muchos beneficios. El FMI cita un estudio que analiza 47 proyectos de ley de regulación financiera en Estados Unidos entre 1999 y 2006: mientras que la mayoría de los proyectos que no exigen demasiado a los bancos terminaron siendo leyes, ningún proyecto de regulación más ambicioso lo consiguió; ninguno. La síntesis de la literatura propuesta por el FMI muestra también que los bancos más agresivos a la hora de presionar son los que toman más riesgos, los que sufren más crisis, pero que luego logran más ayudas públicas. 

Por su parte, Laurence Scialom destaca varios estudios que demuestran que los reguladores procedentes del mundo financiero dan prioridad a los objetivos y valores de las finanzas. El banquero central que procede de la banca desregula tres veces más que el que no procede de ella. Gracias a todos estos trabajos se comprende que, para garantizar la estabilidad de las finanzas, no solo hay que vigilar a los banqueros, sino también a los que están encargados de controlarlos. Quis custodiet ipsos custodes? ¿Quién vigilará a los vigilantes?, se preguntaba ya el poeta Juvenal hace cerca de 20 siglos.

 

TRANSPARENCIA

Salir de la red

¿Es posible evitar que los banqueros ejerzan una fuerte influencia sobre los que supuestamente tienen que regularlos? Se avanzan varias ideas. El FMI pide que las iniciativas de regulación sean más transparentes para entender mejor sus motivaciones. Sus expertos reclaman también establecer contrapoderes, representantes de la sociedad civil, de los consumidores, de los sindicatos, para compensar las presiones de los banqueros. Es una pista apoyada también por Laurence Scialom, a quien le gustaría asimismo limitar las idas y venidas entre bancos e instituciones de regulación, una serie de ideas importantes que, por desgracia, no logran captar demasiado interés hoy.