Comer diferente para salvar el planeta

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Julio 2019 / 71

Futuro: El balance del informe mundial sobre la biodiversidad presentado por la ONU es catastrófico. La causa: un modelo agrícola y alimentario insostenible.

Vacas a la espera de ser llevados al matadero. FOTO:  Colin Brown

¿Sufriremos mañana la sexta extinción? Según el informe mundial sobre la biodiversidad presentado el pasado 6 de mayo por el Panel Internacional de Expertos en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes) de Naciones Unidas, una cuarta parte de las especies animales y vegetales evaluadas están amenazadas. Por extensión, cerca de un millón (de una estimación total de entre 10 y 15 millones) corre el riesgo de extinguirse, algunas de ellas en las próximas décadas.

El ritmo de las desapariciones se acelera y es decenas, por no decir centenares, de veces más elevado en la actualidad que en los últimos 10 millones de años. Si siguen estas tendencias, podemos caer en un modelo insostenible: la naturaleza y los servicios que presta a los hombres son la base no solo de nuestro bienestar, sino de nuestra existencia.

 

UNA GUÍA PARA LA ACCIÓN

Ese mamotreto de más de 1.700 páginas titulado Evaluación mundial de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos ha sido redactado por más de 450 científicos colaboradores del Ipbes, la plataforma intergubernamental instituida en la Conferencia de Nagoya (Japón) de 2010. Los cerca de 130 Estados presentes en la 10ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP10 del CDB), decidieron por fin aprobar un plan de acción concreto: los denominados 20 objetivos de Aichi, que se deberían alcanzar en 2020. De este modo, se creó el Ipbes —que es a la biodiversidad lo que el GIEC al clima— con el fin de proporcionar a los Gobiernos los elementos científicos que les guíen en su acción.

Queda por saber si la señal de alarma que da este informe y su Resumen para los responsables de políticas, tanto sobre la erosión de la biodiversidad como sobre la falta de respeto a los objetivos de Aichi, será oída. Es el reto de la 15ª Conferencia del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP15) prevista para finales de 2020 en China, y que deberá establecer una nueva hoja de ruta para los años posteriores.

El cambio de uso de los suelos, principal factor de la grave recesión 

La extracción de agua y el uso de pesticidas se  ha doblado desde 1980

La erosión de la biodiversidad se debe a múltiples presiones: urbanización, contaminación, explotación (con frecuencia ilegal) de los bosques, cambio climático, etc. Pese a su carácter prolijo, el informe del Ipbes establece una clara jerarquía de causas, como subraya un valioso resumen publicado por el Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (Iddri en sus siglas en francés). El primer factor de erosión de la biodiversidad terrestre es el cambio de uso de los suelos, principalmente con fines alimentarios. Y en lo que respecta a la biodiversidad marina, mucho antes que la acidificación de los océanos y los residuos plásticos, está nuestro consumo de pescado.

El espacio dedicado a la agricultura y a la ganadería representa más de un tercio de las tierras emergidas y sigue ampliándose, sobre todo entre los trópicos y en detrimento de los bosques. También hay que señalar los impactos negativos de la intensificación de la producción: desde la década de 1980, la extracción de agua y el uso de los pesticidas se ha duplicado y el de los abonos, triplicado.

 

DEMASIADA PROTEÍNA ANIMAL

La ampliación de tierras agrícolas y la intensificación responden a una demanda alimentaria cada vez mayor, debida no solo al aumento demográfico, sino también al incremento del nivel de  renta de los países emergentes. El consumo de carne y de otras proteínas animales ha sufrido un aumento tal que en la actualidad moviliza las tres cuartas partes de la superficie agrícola mundial (entre tierras cultivadas y pastos). Un tercio de la superficie de las tierras cultivadas se emplea en la producción de grano para la alimentación animal.

Hay que cambiar los hábitos alimentarios para frenar la caída

El nivel de desaparición de especies es muy elevado hoy en día

Es imposible, pues, luchar contra la erosión de la biodiversidad sin dedicarse a cambiar nuestros regímenes alimentarios excesivamente ricos en proteínas animales. Y esto nos viene de perlas, pues también es el modo de preservar la salud y frenar un recalentamiento climático (la agricultura representa el 25% de las emisiones de gas de efecto invernadero) cuyo impacto sobre la biodiversidad y la seguridad alimentaria del futuro podría ser grave.

Pero tras este problema está también, en el otro extremo de la cadena, el de quién produce para quién y cómo. Un mensaje central del informe del Ipbes es recordarnos que las comunidades locales y los pueblos autóctonos representan cerca de 2.000 millones de personas que viven en cerca de un tercio del espacio agrícola. Sus prácticas seculares son, en principio, favorables para la preservación de la biodiversidad, pero esas poblaciones son las grandes olvidadas de las políticas de desarrollo, cuando no se ven expulsadas de sus tierras por la pobreza o los grandes proyectos. Robert Watson, presidente del Ipbes lo ha recordado: “La pérdida de la biodiversidad no es únicamente una cuestión medioambiental. Es también una cuestión de desarrollo económico y social, de moral y de equidad”. 

 

EL DATO 

Especies, espacios y genes

Nos aterroriza la desaparición de los insectos polinizadores (que garantizan la reproducción de las tres cuartas partes de las especies cultivadas), pero la erosión de la biodiversidad no se mide solo por esa destrucción de especies ligada a la fragmentación, destrucción y contaminación de sus hábitats. La diversidad de los paisajes también es un tema clave. Pensemos, por ejemplo, en el papel protector y regulador del bosque de manglar en las zonas costeras tropicales, que ha perdido tres cuartas partes de su superficie original. Tampoco hay que olvidar la importancia de la diversidad genética. De las 6.190 razas de mamíferos domesticados por el hombre a lo largo de la historia, 559 se han extinguido y más de un millar están en extinción. Esta biodiversidad genética es también indispensable para la seguridad alimentaria, sobre todo hoy, cuando tratamos de seleccionar los caracteres que permitan obtener variedades vegetales y animales más resistentes a los cambios climáticos.