Brexit: Theresa May sube el tono

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Marzo 2017 / 45

Negociaciones: La primera ministra británica acusa a la Unión Europea de los males de su país y muestra sus intenciones respecto a la salida: línea dura. 

Theresa May, a la izquierda, con Angela Merkel, el pasado julio en Alemania. FOTO:  Crown Copyright/ Tom Evans

Todo el mundo esperaba con impaciencia saber cuál era la postura de Theresa May sobre la estrategia del Brexit. El 17 de enero, la primera ministra británica la expresó con fuerza en un discurso de tono muy antieuropeo que no augura nada bueno para las próximas negociaciones. Su argumento se basa en tres puntos. En primer lugar, en una denuncia del proyecto económico europeo. En su opinión, el funcionamiento de la Unión no permite a los países miembros maximizar su potencial de crecimiento: insuficiente flexibilidad para los diferentes modelos económicos, insuficiente control democrático de las decisiones, insuficiente apertura exterior. Theresa May pronostica, pues, que la salida del Reino Unido se traducirá en un aumento de crecimiento para el país. Sobre todo, porque podrá multiplicar la firma de acuerdos de libre comercio internacionales que incrementarán la actividad.

Se trata de un argumento falaz. Europa está ya muy abierta en el plano comercial y los debates sobre los acuerdos comerciales con Estados Unidos (TTIP) y Canadá (CETA) han mostrado lo escasos que son los beneficios que, desde el punto de vista del crecimiento, se pueden esperar de ellos. Y,  ¿alguien puede creer que, en una negociación con China, los británicos solos van a gozar de una mejor relación de fuerza que la Unión Europea? Además, apostar por la globalización en un momento en que las instituciones internacionales nos anuncian su estabilización, por no decir su retroceso , no parece ser una buena estrategia. 

Los extranjeros  europeos no son bienvenidos

El segundo pilar del discurso consiste en una fuerte condena de los migrantes europeos. Theresa May no cesa de repetir que desea un país abierto que no dé la espalda a los demás, etc., pero afirma que la llegada de extranjeros “ha creado presión sobre los servicios públicos, como las escuelas, ha tensado nuestras infraestructuras, en particular la vivienda, y ha ejercido una presión a la baja sobre los salarios de la clase obrera”. A no ser que se trate de personas muy cualificadas, los extranjeros europeos ya no son bien recibidos.

Este mensaje tiene una fuerte dimensión política interna: la primera ministra quiere mostrar a los partidarios del Brexit que les ha oído… y que merecerá su voto en las próximas elecciones, a cambio de una postura xenófoba, de la que Nigel Farage, ex dirigente del partido de extrema derecha Ukip, se ha felicitado. 

Finalmente, Theresa May ha descrito los primeros pasos de su estrategia de negociación con Europa. Su objetivo es firmar un acuerdo de libre comercio con el continente, lo cual significa tarifas aduaneras bajas o nulas y compartir algunas normas de regulación existentes actualmente. Por ejemplo, en los dos sectores que ella ha situado en primer lugar, la fabricación de automóviles y el suministro de servicios financieros (el pasaporte que permite vender productos financieros en Europa a partir del país, se abandona, pues).

 

Amenaza de ‘dumping’

Sin embargo, Theresa May no precisa hasta dónde está dispuesta a permitir que llegue el control por el Banco Central Europeo de las operaciones en euros realizadas en Londres. Si el Reino Unido no obtiene lo que quiere, el país llevará a cabo una política de dumping social, fiscal y reglamentario para atraer a las empresas europeas y mundiales, amenaza la primera ministra. Esta orientación ya se está siguiendo actualmente, por lo que hay que entender que va a profundizarse en ella. 

Aunque dice desear una Europa floreciente, Theresa May condenó sin paliativos en su discurso la construcción europea, como había hecho Donald Trump dos días antes. ¿Resistirá Europa esos choques?