Ayuda // 'Dinero helicóptero': ¿y si nos llovieran los billetes?

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Junio 2020 / 81

Algunos economistas proponen abonar 1.000 euros en la cuenta bancaria de cada europeo para hacer frente a la crisis. Es una idea seductora que, sin embargo, plantea muchos interrogantes.

Control de los precios, reorientación de la economía en modo guerra, suspensión del pacto de estabilidad europeo, cuestionamiento de la globalización: como las precedentes, esta crisis ha hecho que algunos tabúes de la economía salten por los aires. En el ámbito monetario, la dificultad de los bancos centrales para atenuar las consecuencias económicas de esta pandemia ha dado más visibilidad a la idea de dinero helicóptero, consistente en ingresar directamente dinero en la cuenta bancaria de los hogares. 

La Administración Trump ha tomado la inédita medida de enviar directamente cheques a los estadounidenses: 1.200 dólares para los que ganen menos de 75.000 dólares anuales, 2.500 para los matrimonios que ganen menos de 150.000, a los que se añaden 500 dólares por hijo. ¿Con qué objetivo? Compensar la disminución de ingresos provocada por el confinamiento. La medida nos remite a la reflexión teórica de política monetaria que hizo en 1969 el economista estadounidense Milton Friedman: “Imaginemos que un día, un helicóptero volara sobre una comunidad y arrojara desde el cielo 1.000 dólares en billetes que, evidentemente, los habitantes se apresurarían a recoger…”.

Es una solución más justa que los préstamos del BCE

Para evitar la inflación se podrían establecer controles de precios

No se tire usted al balcón porque no verá caer de inmediato los billetes. Sin embargo, para algunos, esta “distribución de liquidez cubierta por una expansión de la masa monetaria”, según la jerga de los economistas —en otras palabras, esta distribución de dinero fresco gracias a la creación de crédito decidida ex nihilo por el banco central— podría remediar al menos dos limitaciones de la actual política monetaria. 

Dos ventajas

La primera ventaja del dinero helicóptero es que permite liberarse del canal bancario. Hoy, cuando el Banco Central Europeo (BCE) baja su tipo director o concede préstamos ventajosos a largo plazo, lo hace siempre a través de los bancos. Se espera, pues, que las instituciones bancarias repercutan esas medidas a las empresas y los hogares. Pero no siempre ocurre, porque a veces prefieren repartir dividendos entre sus accionistas. “El dinero helicóptero permite soslayar el poder estructural de las finanzas”, explica Clément Fontan, profesor de Política Económica Europea de la Universidad Católica de Lovaina.

Segunda ventaja: lanzar dinero desde un helicóptero reduce las desigualdades. Aunque los efectos de la política monetaria llevada a cabo desde 2008 sobre las diferentes categorías de hogares han sido ambivalentes, una cosa es segura: esa política ha beneficiado en gran medida a los poseedores de activos, como títulos de deuda del Estado y de empresas cuya compra a diestro y siniestro por la institución en el marco de la expansión cuantitativa (QE en sus siglas en inglés) hicieron que su precio se disparara según el principio de la oferta y la demanda. “Aunque se distribuyera a todos por igual, independientemente de la renta, el dinero helicóptero es más igualitario que la expansión cuantitativa”, resume Clément Fontan. La solución no es ideal, pero, al menos, tiene el mérito de ser más justa que la actual. 

¿Consumir a toda costa?

Falta por saber el impacto real que dicha medida tendría sobre el consumo. En un contexto de crisis, es probable que los hogares prefieran, por precaución, no gastar ese dinero y ahorrarlo. Para evitar ese escollo, algunos piensan en distribuir dinero flotante, es decir, cuyo montante disminuiría progresivamente. “En una lógica de transición ecológica no es especialmente pertinente que una institución pública anime a un consumo a ultranza”, matiza Clément Fontan. ¿Habría, pues, que circunscribir ese dinero a un tipo determinado de gastos? Muchos economistas, que ni siquiera piensan en la distribución de dinero helicóptero, piden ya fortalecer las condicionalidades ecológicas, la exigencia de respeto de las condiciones medioambientales, de la política del BCE, que se contenta hoy con reproducir el estado del mercado a riesgo de contribuir a la financiación de energías fósiles. 

Finalmente, para limitar el impacto inflacionista que temen los detractores de la medida, se podrían establecer dispositivos de control de los precios, especialmente de los productos de primera necesidad. Efectivamente, según el vínculo teorizado por Milton Friedman, aumentar la masa monetaria en circulación estimula la demanda y, por tanto, el nivel general de los precios. Este mecanismo, en realidad, no se ha verificado en Europa desde la crisis de 2008 a pesar de la política expansionista del BCE. Así pues, aunque la inflación aumentara “no compensaría su bajísimo nivel de los seis últimos años”, estima la ONG Positive Money Europe.   

Falta de legitimidad

La otra cuestión que se plantea cuando se evoca el dinero helicóptero es la de la legitimidad o, mejor dicho, la falta de legitimidad, del banco central para decidir por sí solo sobre unos temas eminentemente políticos: ¿qué montante distribuir a cada uno? ¿Estarán incluidos los menores? ¿Hay que modular la cantidad en función de los ingresos de los hogares? “El BCE se concibió como una institución independiente precisamente porque su mandato se limitaba al estricto mantenimiento de determinado nivel de inflación [por debajo pero cercano al 2%]. "Si queremos un dinero helicóptero democrático es imperativo que se conciba en colaboración con las autoridades fiscales”, insiste Clément Fontan. En el ámbito de la zona euro ello sería claramente más complicado que, por ejemplo, en EE UU, donde la Fed, el banco central estadounidense, actúa coordinadamente con el Tesoro. Sin embargo, la propuesta de la Administración de Trump es un punto menos ambiciosa que el dinero helicóptero en sentido estricto, pues el dinero distribuido a los hogares no será financiado por la Fed, sino por emisiones de deuda pública.  

“La idea que subyace tras esa mayor coordinación entre las políticas monetaria y fiscal en Europa no es que el BCE financie el presupuesto general de los Estados, sino simplemente algunas medidas claramente definidas a través de líneas de crédito”, relativiza Clément Fontan. Sería un modo de paliar los inconvenientes de la expansión cuantitativa que, al comprar obligaciones del Estado, “no evita el aumento de las ratios nacionales de deuda pública y, por tanto, el riesgo de ver a algunos Estados emprender una trayectoria insostenible”, previene Jordi Galí, investigador del Centro de Investigaciones en Economía Internacional (CREI, en sus siglas en catalán) en una obra consagrada a los impactos económicos de la epidemia de Covid-19.

Perspectiva necesaria

En resumen, el dinero helicóptero presenta algunas ventajas innegables, pero despierta también numerosos debates que no permiten pensar en que se establezca en la zona euro en lo inmediato. Sin embargo, como nadie sabe hasta cuándo habrá que mantener las medidas de apoyo económico para hacer frente a los numerosos impactos de la epidemia covid-19, no debemos olvidar todas estas reflexiones cuando tengamos la mente libre para ver las consecuencias de esta crisis y reflexionar sobre el mundo de después.