Amenazas para el futuro espacial de Europa

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Septiembre 2019 / 72

Competencia: La irrupción de empresas privadas sacude una actividad hasta ahora dominada por actores públicos.

Misión Radasat de SpaceX. FOTO: SPACEX

El pasado 20 de junio, Arianespace llevó a cabo con éxito su lanzamiento número 310. Si embargo, no hay motivos para estar tranquilos, pues la llegada de empresas privadas amenaza, a la larga, la soberanía espacial francesa y europea, y los empleos que de ella se derivan. El número de mayo de la revista Annales de Mines-Réalités Industrielles perfila un cambio histórico y estratégico. Restringidas en principio a ciertos ámbitos militares y civiles, las actividades espaciales tienden a aumentar considerablemente para afectar a campos tan variados como los vehículos y objetos conectados, el control del clima, la ayuda al posicionamiento de la navegación marítima, la supervisión de las redes ferroviarias… Y esa evolución hace que la actividad espacial, ampliamente dominada por actores públicos, se abra a empresas privadas de nuevo tipo.

 

INVERSIONES GIGANTESCAS

Entre estas empresas están las estadounidenses Blue Origin, de Jeff Bezos, propietario de Amazon, y sobre todo, SpaceX, juguete del provocador empresario de las nuevas tecnología Elon Musk. SpaceX, por ejemplo, ha logrado la proeza de conseguir que parte de su lanzador sea reutilizable. Tras poner en órbita un satélite, una parte del lanzador vuelve intacta a tierra firme en lugar de destruirse como pasaba hasta ahora. Es una fuente de ahorro muy sustancial si se tiene en cuenta que SpaceX produce, en serie y en el mismo lugar, lanzadores muy estandarizados. Y una ventaja sobre la francesa Aerospace, cuyo modelo industrial se basa en compartir el control tecnológico y los lugares de producción (junto con los empleos correspondientes) con los diversos países euros que son socios. 

SpaceX también se beneficia de gigantescas y crecientes inversiones privadas —¡el capital privado invertido en el sector se ha multiplicado por 11 entre 2000 y 2017! — además de seguir contando con apoyo público. La NASA ha hecho un pedido a SpaceX por un precio superior al del mercado. Con ese modelo, la empresa puede llevar a cabo una auténtica guerra de precios frente a sus competidores, por lo que, desde 2017 es el actor que efectúa más lanzamientos comerciales en todo el mundo.

Esta ofensiva impacta directamente sobre sus competidores y, sobre todo, sobre Arianespace. Para hacer frente a la disminución de los pedidos y mejorar su competitividad, la empresa francesa anunció, el año pasado, una reducción de 2.300 puestos de trabajo en cuatro años, cerca de un tercio de sus efectivos.

 

APOYO DE LOS CONTRATOS PÚBLICOS

Dado su alto nivel técnico, Arianespace está lejos de haber dicho su última palabra. Para responder a los cambios del sector, la francesa trabaja desde 2014 en el Ariane 6, su lanzador de última generación que deberá entrar en servicio el año que viene, con un coste de producción inferior en un 40% o 50% al de su predecesor. Ser más competitivo tiene como objetivo “preservar la capacidad vital [del sector industrial francés] y seguir captando una cuota significativa de los mercados comerciales abiertos, un elemento esencial de la estrategia europea”, resume Jean-Jacques Tortora, director del Instituto Europeo de Política Espacial.

Sin embatrgo, según afirma el Tribunal de Cuentas francés en su más reciente informe anual, ese esfuerzo es insuficiente.  Para mantener la soberanía espacial, el tribunal considera que hay que invertir rápidamente en las tecnologías que posibilitan que los lanzadores sean reutilizables. Aunque también afirma que se necesita más ayuda pública, sobre todo por parte de los demas países europeos. Es, pues, el conjunto del sector espacial europeo el que está llamado a transformarse para seguir existiendo y tener acceso soberano al espacio.