Academia // Economistas insatisfechos

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Enero 2022 / 98

Ilustración
Lola Fernández

A la mayoría de los estudiosos de la economía les gustaría que su trabajo cambiara, algo bastante más fácil de decir que de hacer.

¿Qué piensan hoy los economistas de su oficio? ¿Están contentos con los cánones de su profesión? Es lo que han querido saber Peter Andre y Armin Falk, de la Universidad de Bonn. Para ello enviaron un cuestionario a 10.000 economistas académicos. En un primer bloque se les preguntaba si la investigación debería dar preferencia a los problemas contemporáneos. En un segundo, se les interrogaba sobre la necesidad o no de especializarse y de recurrir a otras disciplinas. Otras preguntas trataban sobre la opción de centrarse en temas muy delimitados o atreverse a trabajar en asuntos más originales y otras, sobre si el papel de los economistas es explicar el mundo o predecirlo. 

A continuación, los dos autores compararon las respuestas obtenidas con lo que ellos habían observado sobre el funcionamiento real de la economía estudiando 177.000 artículos publicados en las 400 revistas más importantes de lengua inglesa. El resultado es claro: los economistas no están satisfechos de cómo los mandarines de la economía dominante hacen que esta funcione y la mayoría sueña, al menos de palabra, con otra economía.

Qué investigar

El primer resultado de la encuesta muestra unas opiniones muy diversas sobre qué es para los economistas una investigación interesante. Algunos piden que se dé más peso a la necesidad de aportar soluciones a los problemas contemporáneos, mientras que otros desean que los investigadores den prioridad a los temas que les interesan, independientemente de si desembocan o no en soluciones políticas concretas. Un tercer grupo está contento con el modo de investigar vigente.

Muchos prefieren menos teoría y más soluciones a los problemas

Solo el 21% opina que no hay que cambiar nada del modelo actual

Al final, solo el 21% de los economistas considera que no hay que cambiar nada del funcionamiento actual. ¡Lo que significa el 79% de insatisfechos! Estos desearían, por ejemplo, que la microeconomía y las finanzas ocuparan menos espacio del que ocupan en la actualidad y que, por el contrario, los temas de sanidad y educación, de economía pública, de historia económica y de historia de las ideas ocuparan más. 

Transformaciones deseadas

Frente a esa insatisfacción, destacan varias transformaciones deseables. En primer lugar, dar más espacio a los temas que permitan hacer propuestas de política económica frente a los problemas del momento. En lo referente a los trabajos teóricos, al 60% le gustaría que se diera prioridad a la economía aplicada frente a la teoría pura. Además, más de la mitad de los economistas querría que su disciplina no les obligara tanto a especializarse en temas o ámbitos muy específicos y les permitiera llevar a cabo un trabajo más multidisciplinar. También a una mayoría le gustaría que las investigaciones innovadoras que surgen de caminos trillados se vean más recompensadas, en detrimento de progresos anecdóticos en temas ya debatidos.

¿Y por qué no llevan a cabo en sus trabajos todas estas transformaciones? Porque el ámbito social de la investigación económica no lo permite, responden Andre y Falk. Alejarse del modo de actuar en vigor supondría un gran riesgo para su carrera. Es muy difícil escapar a las tendencias de la profesión y a los comportamientos seguidistas, sobre todo cuando un puñado de revistas influyentes apuestan por el respeto a los códigos dominantes. Como no es de extrañar, los que obedecen esos códigos consideran que el estado de la ciencia económica es perfecto, un grupo tan poderoso como minoritario.