48 — REDES SOLIDARIAS // Día 30

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Diciembre 2020 / 8

A pesar del confinamiento, en los barrios han funcionado redes de apoyo solidario, la mayoría construidas a partir de colectivos y personas con experiencia de trabajo vecinal. En algunos casos como una alternativa a la Administración, de la que siempre se recela; en otros, en colaboración. Y en muchas a medio camino. Como en todas las crisis sale lo mejor y lo peor, aunque parece que lo solidario abunda. 

La queja más repetida ha sido la falta de materiales. Las mascarillas se han podido fabricar artesanalmente, para salir del paso, pero otro equipamiento más sofisticado no. Ni otros bienes, como alimentos o equipos informáticos. 

El encierro ha hecho aparecer la pobreza sumergida, la que ni siquiera está registrada, la de las personas obligadas a malvivir en habitaciones, con empleos precarios o que simplemente subsisten con lo que encuentran rebuscando en contenedores. La mayoría, constreñida por las malditas condiciones de la política de extranjería. 

En los próximos meses, cuando salgamos a la calle y nos podamos ver las caras, deberemos hacer un balance de esta experiencia, sacar aprendizajes y reforzar las redes. Porque los expertos avisan de que puede haber rebrotes y la crisis económica aumentará la escala de las necesidades. 

Las redes de apoyo van a seguir siendo necesarias. Con más gente, más recursos y mejor organización. A ser posible, con mejor interrelación con la Administración. 

Pero con la misma voluntad de empatía, solidaridad y apoyo mutuo que ha hecho que muchas personas dedicaran parte de su tiempo de encierro a tratar de cubrir necesidades de vecinos y vecinas que los requerían. Esta ha sido solo la primera escaramuza. Como dicen los deportistas, quedan muchos puntos en juego.