1929 La Gran Depresión

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Diciembre 2020 / 86

La crisis de la década de 1930 fue única tanto por su amplitud como por su duración. Afectó a todos los países industrializados y a los países exportadores de materias primas, así como a todos los sectores de actividad, en diverso grado.

La crisis fue financiera: el índice Dow Jones cayó el 79% entre 1929 y 1932. También económica (se hundió la actividad) y social (el paro se disparó, especialmente en EE UU y en Alemania). Y, finalmente, fue una crisis política: aunque en Estados Unidos desembocó en el New Deal, en Alemania desempeñó un papel determinante en la victoria del nazismo. La depresión duró 10 años 
y solo desapareció con la guerra. ¿Cómo se explica? 

EE UU 1939-1937. Fotografías cortesía de la Biblioteca Franklin D. Roosevelt.

Los hechos son conocidos. La crisis comenzó con un crash bursátil en Nueva York el 24 de octubre de 1929, el famoso jueves negro. La desmesurada especulación del crédito provocó el rápido hundimiento de todo el sistema financiero: los bancos se quedaron súbitamente sin liquidez cuando miles de accionistas empezaron a vender sus participaciones. Los que no quebraron restringieron sus créditos y repatriaron sus capitales, con lo que la escasez monetaria se generalizó en todo el país. La crisis financiera pasó a ser entonces económica: la contracción del crédito frenó en seco la inversión y el consumo, que funcionaba también a crédito (en el sector del automóvil, motor de la economía, el 90% de las compras se hacían de ese modo).

Tras EE UU, Europa

La crisis repercutió a continuación en Europa. La repatriación del capital estadounidense provocó una escasez monetaria generalizada. Fue el motor fundamental de la crisis, en especial en Europa Central y en Alemania, donde la recuperación económica tenía lugar gracias al aporte masivo de capital procedente del otro lado del Atlántico atraído por los elevados tipos de interés.

Pero la crisis europea fue también endógena: las economías del Viejo Continente, minadas por la inflación y por el endeudamiento heredados de la I Guerra Mundial, eran muy frágiles. A falta del establecimiento de un nuevo sistema monetario internacional, la inestabilidad de las monedas había generado una abundancia de capital flotante invertido a corto plazo. A los primeros síntomas de crisis, ese capital huyó, agravando la inestabilidad y la escasez de crédito. 

La falta de regulación internacional se hizo también notar cruelmente una vez desencadenada la crisis: los Estados practicaron una política del sálvese quien pueda que agravó la situación; en todo el mundo aumentaba el proteccionismo. El valor del comercio mundial disminuyó el 60% entre 1929 y 1932.

Distintas interpretaciones

Las interpretaciones de la crisis son diversas. Para los liberales estadounidenses como Milton Friedman, su magnitud se debió a la carencia de liquidez provocada por la mala política (deflacionista) de las autoridades monetarias de Estados Unidos. Esa falta de liquidez impidió que el libre mercado se autorregulara. Para los economistas marxistas, se trata de la anunciada gran crisis del infraconsumo: como, para sobrevivir, el capitalismo necesita producir cada vez más y así obtener suficientes beneficios para amortizar las crecientes inversiones, los salarios bajan en detrimento del consumo.

Keynes ve, por su parte, la combinación de una crisis de crédito y una crisis de la demanda que el Estado, mediante su intervención, puede resolver gracias al déficit presupuestario, favoreciendo el aumento de los salarios, invirtiendo él mismo, contratando, bajando los tipos de interés para apoyar la inversión…

Desde una perspectiva más global, los economistas actuales de la escuela de la regulación (sobre todo Michel Aglietta y Robert Boyer) consideran que se trató de una crisis de transición del capitalismo. Según ellos, hasta 1914 la regulación del sistema capitalista era liberal, garantizada fundamentalmente por el mercado. Pero la necesaria intervención de los Estados durante y después de la guerra provoó un gran desequilibrio.

La crisis exigía una nueva regulación keynesiano-fordista, basada en un aumento de la redistribución salarial que hacía posible el progreso técnico y la organización tayloriana, en el desarrollo de un estado de bienestar y en la dirección macroeconómica del Estado. El New Deal y el Frente Popular iniciaron en los años 1930 una regulación que , a partir de 1945, triunfaría en todos los grandes países industrializados. Es lo que Karl Polanyi denomina “la gran transformación”.