1914-1918: gravar a los que se lucran con la guerra

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Octubre 2021 / 95

Ilustración
Lola Fernández

Contribución: El descontento popular con quienes se enriquecían gracias a la Primera Guerra Mundial llevó a los gobiernos implicados a crear impuestos especiales.

El 1 de julio de 1916 Francia aprueba una ley que instaura “una contribución extraordinaria sobre los beneficios excepcionales o adicionales realizados durante la guerra (…) desde el 1 de agosto de 1914 hasta el final del segundo mes tras el cese de hostilidades”. La ley grava no solo las excesivas ganancias acumuladas por algunos titulares de contratos de guerra, sino también a otros industriales, comerciantes, intermediarios o financieros que se hayan beneficiado de la situación. Pues en esa guerra industrial, calificada posteriormente de “total” por los historiadores, además de los ocho millones de movilizados, ha sido el conjunto de la sociedad la impactada. Muchos son víctimas; unos pocos, pequeños o grandes, se han beneficiado.

La ley afecta sobre todo a las “sociedades y personas sujetas a contribución de patentes cuyos beneficios hayan excedido el beneficio normal”: esto en lo que se refiere a los “beneficios adicionales”. Respecto a los “beneficios excepcionales”, son especialmente los de raudos “intermediarios al acecho” y “agentes poco escrupulosos”, como los denomina un estudio jurídico de la época, que han percibido comisiones, han prestado fondos lucrativos, que actúan de manera esporádica y son muy difíciles de atrapar.

Espíritu patriótico

Todos esos contribuyentes deben rellenar, por primera vez en el sistema fiscal francés, un impreso suministrado por la Administración para declarar sus nuevos beneficios y los anteriores y transmitírselo al director de contribuciones directas de su región. El sistema se basa en la buena fe y, en el mejor de los casos, en el espíritu patriótico de solidaridad de los contribuyentes que declaran verse afectados por la ley, y cuyo número finalmente es limitado: cerca de 70.000 en el departamento del Sena, seguido por el de Rhône (unos 16.000), el de Seine-Inferieur (14.000) y el de Bouches-du-Rhône (13.400). Son, con mucho, los mayores contribuyentes. 

Según la ley del 1 de julio de 1916, el tipo impositivo se escalona desde el 5% al 30%, en función de los beneficios. Es un tipo rápidamente considerado insuficiente por una opinión pública cada vez más escandalizada por los gigantescos gastos de guerra, lo que provoca el considerable aumento del impuesto que, por la ley del 31 de diciembre de 1917, pasa a ser del 50% al 80%.

Presión de la opinión pública

Porque la presión de la opinión pública es grande. A falta de un impuesto sobre la renta —aprobado en 1914, pero que no será efectivo hasta 1917—, contribuyen a ello varios factores como el aumento de los precios y el sacrificio de los soldados que mueren por decenas de miles y que contrastan con la prosperidad demasiado evidente de algunos lucrados.

Los militares de permiso son los primeros escandalizados por lo que ven en retaguardia. Como atestiguan los periódicos de las trincheras y las cartas de los soldados: “Está también la triste categoría de los que se lucran (…) La clase de los nuevos ricos (…).Hay que vigilar las actuaciones de esos vampiros, y la carestía de la vida solo puede evitarse mediante rigurosas sanciones”, se lee en L’écho de Tranchéesville en noviembre de 1915.

Aunque la demanda de sanciones y las denuncias a las autoridades afectan a los pequeños lucros del día a día —“¿por qué en algunos lugares los extenuados soldados tienen que pagar un litro de vino a un franco cincuenta?” (La Dépeche, 17 de febrero de 1915)—, los más políticos denuncian a los “mercaderes de cañones”, las grandes empresas que responden a los pedidos de guerra del Estado y que practican precios abusivos, según el propio ministro de la Guerra. 

Es sobre todo la prensa de izquierda, especialmente L’Humanité —entonces socialista— la que se hace eco de esa situación. Y son los diputados socialistas los primeros en iniciar, en la segunda respecto a los beneficios de guerra empujando al Gobierno a presentar un proyecto de ley en enero de 1916. ¡Ya era hora! En Italia se acaba de aprobar un impuesto semejante, lo mismo que el Excess Profits Duty en Reino Unido. Alemania aprobará una ley en julio de 1916, como en Francia.

La resistencia patronal

Ello no impide una fuerte resistencia de la patronal debidamente transmitida por algunos parlamentarios. No cuestionan el principio, pues un rechazo puro y duro escandalizaría a la población. Así pues, la confederación de los grupos comerciales e industriales de Francia se declara favorable “al principio de una contribución extraordinaria sobre los beneficios excepcionales obtenidos con motivo de los suministros de guerra”. Igualmente, la asamblea de los presidentes de las cámaras de comercio encuentra “legítimo pedir a los que han tenido beneficios excepcionales o adicionales durante la guerra una contribución extraordinaria y temporal”.  Sin embargo, la patronal se opone a la declaración escrita, y considera una “insoportable inquisición” el posible control de la Administración fiscal. Otro argumento: ¿por qué someterse a ese impuesto cuando algunos lo eluden como los campesinos y los obreros de la industria bélica?

Lo más importante es el simbolismo de la solidaridad de todas las clases  sociales frente a la adversidad

En la Asamblea Nacional, estas posturas son defendidas por diputados de la derecha, moderada o extrema: el marqués de Dion, propietario de la firma automovilística Dion-Bouton, distingue entre “buenos” y “malos” proveedores y, sin cuestionar el principio de la tasación, se alza contra su retroactividad (que, según la ley, deberá aplicarse a partir del 1 de agosto de 1914) y su carácter “inquisitorio y vejatorio”.

Dinero ingresado

Otro argumento, expuesto por el ministro de Finanzas, Alexandre Ribot, quien posteriormente se sumaría a la ley, es la poca relación entre el impuesto y el descomunal gasto del Estado. En una sesión subraya que, en el año 1916, el conjunto de impuestos en vigor proporcionará 800 millones de francos, cuando las Cámaras han votado más de 32.000 millones de créditos para ese mismo año.

En total, el rendimiento acumulado de ese impuesto se evaluará retrospectivamente e incluyendo el aplazamiento y las multas por retraso en la declaración o por encubrimiento, en 18.000 millones de francos. Es una cifra, a fin de cuentas, nada desdeñable, pues supera el 10% del gasto bélico total (140.000 millones). Pero lo más importante para el legislador es el simbolismo de ese impuesto como testimonio de la solidaridad de todas las clases sociales frente la adversidad.

Con motivo del coronavirus, el presidente francés, Emmanuel Macron, declaró en marzo de 2020: “Estamos en guerra”. No cabe duda de que, una vez más, en esta ocasión los hay que “se están lucrando con la guerra”, especialmente la industria farmacéutica, el sector digital y el comercio electrónico. Pero no se vislumbra ningún impuesto excepcional. 

 

1915

Se aprueba el Excess Profits Duty en Reino Unido

1916

Se aprueba la contribución sobre los beneficios de guerra en Francia con un tipo del 5% al 30%

1917 

Nuevo tipo francés: del 50% al 80%

1925 

Balance: el impuesto ha generado 18.000 millones de francos en Francia, frente a 140.000 millones de gastos de guerra